Despedida, porque tú lo vales

Cómo sobrevivir a un despido en tiempos que pintan muy negro.

Las heridas del paro diciembre 4, 2010

Filed under: Ayudas,Crisis,Desempleo,Luis del Olmo,Sociedad,Trabajo — celiaiglesiasv @ 7:25 pm

Que el Gobierno decida retirar la ayuda de 426 € no es un titular sin más. La crueldad de esta decisión se nos presenta con toda su intensidad en esta llamada al programa de Luis del Olmo.

Yo se lo dedico a mi ex jefe, el magnífico rector. Tal vez aquí encuentre alguna respuesta a la pregunta que me hacía mientras me despedía amablemente: ¿y qué vas a hacer ahora?

 

Hot stuff julio 7, 2010

Filed under: Desempleo,Sociedad,Trabajo — celiaiglesiasv @ 3:02 pm

1 de enero, 2 de febrero,…..7 de julio, San Fermín. Y es que los toros de Molés me persiguen: despido olé y ahora, mi primer fichaje en la oficinas del paro coincidiendo con el gran encierro inaugural de los sanfermines.

En el hilo musical suena Hot Stuff, de Donna Summer y, o me lo he querido imaginar, o los pies de unos cuantos se han movido imitando al desinhibido príncipe Charles y a los chicos de Fullmonty.

Mucha cola, varios rostros conocidos, pocas palabras, un día más de sol.

P.D.: en la Universidad todavía hay quien no me quiere olvidar. ¡Viva Cervantes! O mejor Quevedo, el de El Buscón.

 

«La mujer de…» abril 26, 2010


En un mes he descubierto todo lo que puede dar de sí la expresión «la mujer de …»:

«La mujer de … despedida», vitoreaban algunos nada más conocerse mi despido.

Otro, algo más amable, dice: «La mujer de … excelente profesional y estupenda persona, despedida por la ambición de su marido».

«La mujer de … Adiós a la Topilla».  Por lo visto, «la mujer de…» padece de desdoblamiento de personalidad y ha terminado siendo La Topilla , es decir, también es la mujer de… El Topo, un personaje creado por «el de la mujer de…».

«A la mujer de … se le ha visto con currículum en mano por Alcajob -feria del Empleo de la Universidad de Alcalá», anunciaban algunos.

«La mujer de… la que se pasea con su CV, es también la mujer del butanero…» . «La mujer de …» encima tiene la mala suerte de serlo de alguien que se apellida Naranjo, de ahí orange, de ahí naranja, de ahí el color de las bombonas de butano». En fin, los comentarios que le siguen los voy a omitir por soeces, pero en nuestro país son sobradamente populares los chistes sobre el butanero.

Tambien hay quien se alegra de que «la mujer de… pase ahora más tiempo en casa».

«La mujer de…» también es la compañera, mujer, amante o madre de los hijos del de la mujer de… Este último no lo tiene del todo claro.

«La mujer de …» no tiene nombre, aunque todos parecen conocerla muy bien. Resulta además que «la mujer de…» parece que sí llevaba 12 años trabajando en la Universidad de Alcalá, o con anterioridad en su Fundación. Pero para los que han bautizado a «la mujer de…» -muchos de los cuales  por aquél entonces no habían llegado a la Universidad-, esto ha sido posible porque siempre fue «mujer de …». Y si «la mujer de… «vuelve a encontrar trabajo, no será por su experiencia, por conocer bien su trabajo, sino por «ser la mujer de…».

Lo más sorprendente es que «la mujer de…», ni tan siquiera es oficialmente la mujer de nadie. Salvedad ésta que creía innecesaria, pero que no lo es en el caso de aquellos que te otorgan valor por esa condición de «la mujer de…».
Evidentemente, aún padecemos un retraso educativo en cuestiones de igualdad, heredado y mantenido. Una cuestión que me desconcierta aún más cuando se hace evidente en un marco universitario, de donde saldrán -se presupone- algunos de los jóvenes que nos gobernarán. Donde, también se presupone, se encuentran algunos de los sabios de nuestro país.

La cuestión es si a las mujeres no nos queda más alternativa que el silencio, la mirada para otro lado, esquivar el conflicto y rendirnos ante la evidencia de un trato como poco injusto. De lo contrario, también encontrarán argumentos y los mismos que te tratan como «la mujer de» serán los que te tachen despectivamente de feminista o de oportunista.

«La mujer de…» efectivamente no tendrá forma legal de demostrar que ha sido despedida -se trata de un cese-; ni represaliada por ser «la mujer de», aunque no son pocos los que encuentran argumentos para la marcha de «la mujer de… por ser la mujer de… por ser la Topilla» y que confirman con sus testimonios dicha represalia; y agraviada -esto sí, es un dato objetivo, pero que de poco sirve, pues duele por lo que tiene de personal-.

Poca defensa tiene «la mujer de…», que transcurrido un mes en boca de todos, al menos echará mano de las pocas opciones que le quedan o le dejan: este blog, una queja formal ante las asociaciones de periodistas y una carta a la Ministra de Igualdad, que tal vez tenga las claves para explicarle por qué aún hoy muchas mujeres sólo son «la mujer de…», independientemente de cómo hayan hecho su trabajo.